El resentimiento es una reacción arraigada en nuestro interior, que va creciendo en la conciencia personal. No es un recuerdo intelectual, frío y distante, sino un sentimiento que revive, una vivencia re-actualizada, recreada en el espíritu. Es revivir la misma emoción, es un resentir, un volverla a sentir. Y expresa un sentimiento de hostilidad, un sentimiento negativo respecto al otro y los otros.
La Carta de la Paz señala dos tipos de resentimientos:
1. Los históricos, aquellos que son anteriores a mi engendramiento y que la Carta califica de absurdos. Si el resentimiento es el recuerdo vivo de un sentimiento anterior, heredado de generación en generación, es absurdo hacerlo revivir y alimentar con él, el presente de quienes no lo vivieron.
2. Los que se generan en el presente, que son el resultado del desprecio, del agravio comparativo, vivido ya desde nuestro engendramiento. Un desprecio, que se da a escala generacional (gente mayor, jóvenes, niños…), social (clases sociales, marginados…), política (gobernantes y gobernados, partidos políticos, gobierno, ciudadanía…), interreligiosa o étnica, familiar, sexual (desprecio de la mujer…), etc. El desprecio fruto de las desigualdades, del no respeto por los derechos y otras situaciones injustas, nos va situando en un ámbito de resentimientos personales y a la vez colectivos.
La persona resentida altera la información para poder sobrevivir. Cuando surgen informaciones de la persona, institución o grupo con quien está resentido, buscará las negativas, es decir, se cargará de argumentos para poder alimentar su resentimiento.
El resentimiento crea cultura, textos y puede crear instituciones, obras de arte, o política, en los que siempre se detecta, explícita o implícitamente, un tipo de actitud hostil. Pero mientras en el mundo haya tantas desigualdades y situaciones de injusticia, no hay duda de que habrá colectivos, pueblos y países enteros resentidos. Tzvetan Todorov distingue dos tipos de países: los del resentimiento y los del miedo. Por lo tanto, la justicia es una virtud preventiva de los resentimientos. Los gobernantes tendrían que ser más conscientes de lo que generan algunas de sus actuaciones.
Francesc Torralba subraya cuatro causas en la génesis del resentimiento: el agravio comparativo (minorías étnicas, religiosas, diferencias sociales), el complejo de inferioridad (diferencias naturales mal aceptadas), una agresión sufrida (una vulneración de los derechos, una ofensa, un maltrato, una humillación) y la transmisión de la memoria histórica (resentimiento de grupos y colectivos). Afirma: «Si la causa del resentimiento es el complejo de inferioridad, es fundamental ayudar al sujeto a reconocer sus talentos, sus capacidades y las cualidades que tiene para aceptarse a si mismo y superar el estúpido deseo de dejar de ser el que es, para tratar de ser como el otro. La envidia existencial sólo conduce al sufrimiento. Si la causa del resentimiento es la transmisión, el adoctrinamiento recibido o la manera en como ha sido narrado lo acontecido, es fundamental que alguien lo ayude a darse cuenta de lo absurdo de tal resentimiento. Sin embargo, si la causa del resentimiento es una injusticia sufrida, un agravio comparativo objetivo o una agresión intencionadamente perpetrada, no hay duda de que el antídoto al resentimiento exige otra vía de solución que se llama reconciliación.»
Para liberarse del resentimiento hace falta, en primer lugar, reconocer que existe: disimular y fingir que no existe, cuando está en el fondo del alma, es una manera de perpetuarlo. Para liberarse es básico situarlo en el plano de lo consciente, porque a veces está situado en el inconsciente y la persona no es capaz de reconocerlo, ni de saber exactamente por qué lo experimenta. Pensar que no tengo ningún resentimiento es el primer obstáculo para poderme liberar, puesto que tomar conciencia es el primer paso para afrontarlo y gestionarlo.
En esta Cena nos preguntamos:
¿Cómo darnos cuenta de los resentimientos que sufrimos?
¿Cómo los gestionamos?
¿Somos conscientes de los resentimientos que generamos?
¿Qué papel tienen los medios en la transmisión de los resentimientos?
¿Como transmitir una memoria histórica correcta a las nuevas generaciones?
Ámbito Maria Corral y Fundación Carta de la Paz
Ponentes
Jordi Cussó Porredón, Economista. Director de Universitas Albertiana
Jordi Palou-Loverdos, Director del Memorial Democrático de la Generalitat de Cataluña. Mediador y consultor en resolución pacífica de conflictos
Rodrigo Prieto Drouillas, Doctor en Psicología Social. Cofundador y director del Instituto Diversitas
Begoña Román Maestre, Profesora de Ética. Facultad de Filosofía (UB). Presidenta del Comité de Ética de los Servicios Sociales de Catalunya